La vida estadounidense ha cambiado radicalmente en la última generación. La participación cristiana en la población de los Estados Unidos está disminuyendo en todas las regiones, edades y grupos demográficos, y está aumentando la cantidad de adultos que no se identifican con ninguna religión organizada. Como resultado, la iglesia ya no está en el centro de la cultura estadounidense. Algunos dicen que la iglesia ya no es relevante en absoluto. A pesar de que esta nueva realidad sea alarmante, también es una oportunidad para que nuestras congregaciones, comunidades de adoración, presbiterios y sínodos despierten y aprovechen el momento.
¿Qué es la vitalidad congregacional?
Podría pensar que la vitalidad de una congregación o comunidad de adoración se basa en el número de miembros, el alcance de los programas, el tamaño de las donaciones financieras o alguna otra estadística.
No es así, al menos no del todo.
Más bien, la vitalidad de una comunidad es principalmente su fortaleza espiritual y su capacidad para una misión con propósito. La vitalidad congregacional es evidente en una comunidad de adoración cuando sus sistemas estructurales, finanzas y prácticas de discipulado están alineadas de tal manera que la comunidad participa activamente en la misión de Dios dentro de su comunidad local y en el mundo, y se concentran poderosamente en crecer como discipulado en el camino de Jesucristo. La fe cobra vida cuando nos comprometemos audazmente con la misión de Dios y compartimos la esperanza que tenemos en Cristo.
¿Qué debemos hacer para revitalizar nuestra propia congregación?
Hasta cierto punto, muchas iglesias locales se encuentran espiritualmente exhaustas, financieramente frágiles y estructuralmente poco sólidas. A veces, la vida congregacional es desalentadora, tanto para los pastores y pastoras como para otros líderes de la iglesia que ven apatía en sus miembros, y para los miembros que ven que los números en las bancas disminuyen año tras año.
La Agencia Presbiteriana de Misión de la IP (EE. UU.) se ha comprometido profundamente para ayudarle a cambiar las cosas.
Proponemos que existen siete marcas para ayudarle a determinar su nivel actual de vitalidad, y luego varios procesos para la autoevaluación, el discernimiento y el compromiso renovado con los hábitos que fomentan un compromiso energético con la labor del Espíritu en el mundo.
Aquí están las siete marcas:
- Un compromiso de formar discípulos/as durante la vida de cada miembro. Esto conduce primero a la transformación personal, a medida que las personas se ponen el corazón de Cristo, y luego a la transformación social, a medida que las personas van alegremente a la comunidad y abordan los problemas que enfrenta la cultura de hoy.
- Acoger el llamado a la evangelización. Mostramos el amor de Cristo por nuestras acciones y nuestras vidas incluso más que por nuestras palabras. Nuestras relaciones son genuinas y cariñosas. La gente sabe que somos cristianos/as por nuestro amor.
- Un enfoque hacia afuera. Nuestra iglesia no es un lugar para escapar del mundo, sino nuestra puerta de entrada a nuestra comunidad donde podemos ser las manos, los pies, el corazón y la boca de Jesucristo para las personas que están sufriendo o marginadas.
- Capacitar a cada miembro para que descubra su vocación individual y los dones que Dios les ha dado para que puedan seguir adelante y servir.
- Adoración inspirada por el espíritu que nos desafía, nos enseña, nos transforma, nos condena y nos da energía, de modo que cuando nos envían, hemos experimentado la maravilla de Dios y hemos cambiado para mejor desde que llegamos.
- Relaciones modeladas en el amor de Dios. Abrimos nuestras puertas y corazones a todas las personas, y construimos relaciones basadas en el amor de Dios, lo que nos lleva a una verdadera reconciliación y paz.
- Congregaciones con sistemas saludables. Nuestros objetivos de misión son claros. Hay responsabilidad fiscal y rendición de cuentas. Tenemos estructuras para tomar decisiones bien pensadas. Nuestros líderes y nuestro personal disfrutan de un equilibrio sostenible de trabajo/tiempo de descanso.
La teología de la vitalidad congregacional.
Los dones de Dios sobre la Palabra y el Sacramento establecen y equipan a la iglesia como el cuerpo de Cristo en el mundo. La misión de la única iglesia santa, católica y apostólica fluye desde el bautismo, se nutre en la Cena del Señor y sirve para proclamar las buenas nuevas de Jesucristo a todas las personas.
Las comunidades de adoración que experimentan vitalidad congregacional se encontrarán siguiendo a Jesús a lugares de injusticia y lucha con luz y esperanza, demostrando amor y misericordia, y trabajando fielmente por la justicia y la paz. Sus esfuerzos serán sostenidos por patrones y prácticas personales y congregacionales de oración y adoración, aprendizaje y reflexión. Ellos serán administradores de los abundantes dones de Dios en servicio a sus hijos aquí y en todos lados. Demostrarán al mundo las promesas de Dios y el poder vivificante en esta era y en el mundo venidero.
Escrituras para estudio y reflexión
Mateo 25:31–46
Hechos 2:42–47
Juan 4:1–41
Juan 13: 2–17
Isaías 6:1–13
Hechos 6:1–7
2 Corintios 5:11–21
¿Cómo construimos la vitalidad congregacional?
- ¡Conviértase en una congregación de Mateo 25! Inscríbase y prometa convertirse en el cuerpo más sano de Cristo posible.
- Herramientas y recursos útiles para el estudio y el compromiso.
Página web de congregaciones vitales
Página web de teología, formación y evangelismo.