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Una carta de Philip y Bacilia Beisswenger en Guatemala

Navidad 2011

¡Gracia y paz desde Guatemala!

 Hace años, el pueblo Mayan observaban tradiciones especiales que reforzaban sus lazos comunitarios. Una costumbre Q’eqchi’ se relacionaba con el re-incendio del fuego. En el centro de la comunidad estaba el templo, con una llama perpetua adentro. También había fuego en los hogares. Si el fuego de un hogar se apagaba, se podía traer una llama de un vecino, o del temple mismo, para re-encenderlo. Sin embargo, cada siete años en un día anunciado, todo el mundo apagaba sus fuegos. Después de un tiempo de soportar la oscuridad, las familias procedían al temple. Se acercaban al altar del templo para tomar fuego y llevarlo a su casa. En esta costumbre se le hacía recordar al pueblo Q’eqchi’ de la fuente del fuego, y  que no hay que subestimarlo.

De manera parecida, la fe cristiana tiene sus costumbres—como la corona de adviento—que nos recuerdan de la fuente de la luz, y que nos ayudan a prender nuestro fuego por si acaso se debilita y se apaga. Esforzamos nuestros lazos como el pueblo de Dios, haciendo adaptaciones de las procesiones en la Noche Buena, cuando una sección transversa de la humanidad se congregó en el establo. María y José estuvieron presentes, los ángeles llegaron, más los pastores y reyes magos. De seguro hasta el dueño del mesón dio una mirada. Representaban todo tipo de persona—los débiles y los fuertes, los cercanos y lejanos, los celestiales y los terrenales. Se acercaron porque la luz verdadera que alumbraba a todos, venía a este mundo. (Juan 1:9)

En el idioma castellano, se dice “dar a luz” para referirse al parto. Es probable que este término se origina con el hecho de que los infantes salen de la oscuridad del vientre y entran en el resplandor de un mundo nuevo.   En el caso del nacimiento de Jesús, sin embargo, es al revés para nosotros. Cuando llegó el momento para María dar a luz, fue el mundo, no Jesús, que conoció por primera vez la plenitud de la luz..

Desde la casa de nuestra familia en una montaña cerca de la Ciudad de Guatemala, podemos ver el brillo de las luces de la metrópolis. Aunque estas luces dan una apariencia linda, cobijan la realidad de mucha violencia y contaminación. La ciudad, con una de las tasas más altas de homicidio en el mundo, sufre la maldad de corrupción de autoridades altas y crimen organizado en las calles. Unos pocos privilegiados consumen de manera llamativa, mientras la mayoría lucha contra muchos obstáculos para sobrevivir. La Navidad nos recuerda que el propósito de Dios es “dar a luz” en tales lugares.

En cuanto a nosotros, seguimos trabajando en el compañerismo entre los presbiterianos de los Estados Unidos y Guatemala. Philip se ha involucrado en avanzar la capacitación teológica en los presbiterios indígenas. Bacilia está comenzando clases para mejorar su inglés, para poder interpretar para grupos visitantes.  Matthew and Manny están en el 4to y 1r grados respectivamente. Stefi comienza en Kínder el próximo agosto. Jesi, una sobrina de Honduras, ayuda en el manejo de la casa. A todos nos gusta jugar con nuestro perro, Katzi, que significa “nuestro perro” en Q’eqchi’. Mientras tanto, el hijo de Philip, Daniel, concluye su entrenamiento en inteligencia geoespacial en Goodfellow Air Force Base en San Angelo, Texas.

Agradecemos a la PC(USA), y las oraciones y apoyo de sus congregaciones y miembros, que hace posible que podamos compartir la luz de Dios, y experimentarla nosotros mismos, en este país. Sobre todo le damos gracias a Dios, y esperamos que los rayos radiantes de su pura luz resplandezcan en y por ustedes durante el Adviento, la Navidad y el Año Nuevo.

The Beisswengers—Philip, Bacilia, Matthew, Manny and Stefi

The 2011 Mission Yearbook for Prayer & Study, p. 286
The 2012 Presbyterian Mission Yearbook for Prayer & Study, p. 6

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