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Carta de Philip y Bacilia Beisswenger ciudad de Guatemala

Septiembre 2013

İGracia y saludos en Cristo desde Guatemala!

En la Biblia, Santiago 1:17 enseña que “Toda buena dadiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces.” Cuan triste es cuando las dádivas están despreciadas por falta de entendimiento.”

Parejas de ancianos en La Pinada.

En Agosto, acompañé a un grupo del Presbiterio de Inland Northwest (PCUSA) en una visita a varias congregaciones de la etnia Poqomchí en las montañas de Baja Verapáz. Después del culto en la aldea de La Pinada, nos dirigieron a una mesa donde los miembros nos ofrecieron pollo asado, calabaza, y montones de tortillas. Mientras comíamos, una mujer amablemente nos puso unas mazorcas verdes de cacao por nuestros platos y comentamos sobre cuán bonitos eran.  Al terminar la comida, expresamos nuestra gratitud y nos despedimos. Durante el viaje escabroso y largo de regreso al hotel, me puse a contemplar los cacaos. Me di cuenta de que probablemente fueron regalos para nosotros, regalos que dejamos en la mesa sin aceptar.

El cacao es nativo de las Américas, las palabras “cacao” y “chocolate” derivando de Ka'kau' and Chocol'ha del idioma Maya.  En épocas antiguas los Maya usaban granos del cacao como moneda, creyendo que los dioses, al crear al ser humano del maíz les regalo la dadiva del cacao.  Nuestro grupo no entendió el valor del regalo, y lo dejamos en la mesa.

Los Poqomchí son, uno de los grupos indígenas más pequeños en Guatemala, son agricultores que se sostienen de sus cosechas. Han sufrido una historia larga de dominación, primeramente de los Quiché pre-coloniales, después de los españoles, y recientemente de las empresas terratenientes poderosas. Históricamente los Poqomchí han pertenecido a la Iglesia Católica, que en esa área mantiene ceremonias públicas vividas, ritos personales de piedad, con tradiciones subterráneas paganas.  Para muchos Poqomchí, estas costumbres religiosas no tienen mucho significado, y se convierten en feligreses inactivos.

Nuevo templo en La Pinada.

Por más de un siglo, los presbiterianos han alcanzado a las comunidades donde el catolicismo ha sido la única opción eclesiástica. Esta misión ahora incluye a los Poqomchí, que han comenzado a apreciar la manera sencilla y participativa que los presbiterianos practican lo que creen. El énfasis en el papel de los ancianos se armoniza con ellos, tanto como el liderazgo de la mujer.  En las Iglesias Poqomchí, la costumbre es que los matrimonios sirven juntos como ancianos. El año pasado me alegro poder instalar a siete parejas como ancianos, y también bautizar a 28 adultos en la comunidad retirada de Janauté (Vea fotos de las parejas de ancianas en La Pinada.)

El ministerio de los Poqomchí tiene sus riesgos. En la aldea de Rivakó en agosto, los líderes presbiterianos nos contaron que una turba de católicos locales casi derrumbó su nuevo templo. Se había enardecido la turba por acusaciones falsas de que el templo fue financiado por una empresa hidroeléctrica extranjera que la comunidad ha rechazado. El año pasado, cuando visite una iglesia Poqomchí en Januaté, unos activistas católicos estaban construyendo barricadas de púa en el camino para prevenir que entraran los Presbiterianos.

A pesar de este tipo de obstáculo, el ministerio presbiteriano sigue adelante. Por ejemplo, hace tres años la congregación en La Pinada se reunía en una estructura rústica de tabla, ubicada en una colina alta. El pastor, Carlos, no había tenido ninguna capacitación. Ahora han inaugurado un bello templo de concreto por la calle principal (Vea foto). El pastor, junto con otros cuatro colegas Poqomchí, recibirán en diciembre un diplomado en teología en Cobán, con apoyo de la PC(USA). Solicitaron equipo para administrar la santa cena en sus iglesias, y pude encontrarlo con ayuda de compañeros de la PC(USA). En el futuro, los Poqomchí esperan poder formar su propio presbiterio.

Es una dadiva para Bacilia y yo estar involucrados en la misión de Dios en Guatemala. Les damos gracias, cualquieras que sean sus dones—oraciones, ofrendas, visitas o cartas. Por si acaso no sabía nada hasta el momento sobre la misión de Dios en Guatemala,  le invito a acompañarnos con oración, correspondencia y donaciones.  Hemos aprendido de la lección de las mazorcas de cacao, y les aseguramos que no dejamos sus regalos en la mesa. Al contrario, su apoyo hace posible el lazo entre los presbiterianos Poqomchí y los de los Estados Unidos. Esperamos que jamás cesemos en valorar y compartir la dadiva mas grande, el Hijo de Dios que fue enviado por el amor de Dios hacia el mundo.

Philip Beisswenger

The 2013 Presbyterian Mission Yearbook for Prayer & Study, p. 16
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Blog: The Rooster Crows in Guatemala

 

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